jueves, noviembre 16, 2006

Grado



Hoy -28 de noviembre-hace diez años me encontraba bebiendo desaforadamente. La bebeta la inicie el día anterior por la tarde. Salí de trabajar y me fui directo a la casa de Rodrigo. Cuando golpée la puerta tuve la sensación que esa iba ser la última tomata en buen tiempo, pero la deseche con un gesto. El marica me recibió con una sonrisa y un ¿qué pasó güevón? Nada, le respondí; sólo quiero emborracharme con usted. ¿Y eso? Despecho ¿o qué? Me pregunto con la sonrisa puesta aún en los labios. Nada, lo que pasa es que me gradúo mañana y quiero llegar borracho, o por lo menos enguayabado, le contesté. En ese caso, respondió inmediatamente, espere bajo la plata… mejor suba conmigo mientras lavo la loza y después bajamos a comprar algo. Mientras subíamos yo miraba las escaleras blancas y el filo de hierro que le ponen en los bordes; me recordaban las escaleras de la casa de mis padrinos -lugar donde pase gran parte de mi niñez-. Arriba -en ese tiempo vivía con una tía en un tercer piso- nos tomamos una gaseosa y hablamos mientras ese man lavaba la loza. Cuando terminó fuimos a una cigarrería que quedaba a dos cuadras de la casa; en ella compramos dos botellas de aguardiente barato y un paquete de cigarrillos. A las once de la noche ya habíamos acabado la primera botella. A las once y media llego la tía y se sentó a hablar media hora con nosotros y luego se fue a dormir. A las dos de la mañana Rodrigo saco el único cigarrillo de canela que le quedaba de media cajetilla que le había robado a un amigo, en una noche de juerga, a comienzos de ese año. Tome marica, su regalo de grado, me dijo en tanto me lo daba. Lo prendí con solemnidad. Sentí el sabor jugueteándome entre el paladar y la lengua. Gracias marica, le dije. A las tres de la mañana se acabó la segunda botella de aguardiente; Rodrigo saco un cuncho de algún trago que no recuerdo. Lo tomamos hasta las cuatro de la mañana. Me acosté a dormir en la cama de Rodrigo y él en la cama de Esteban, el primo, y Esteban se acostó con la mamá. A las seis de la mañana me despertó Rodrigo. Me bañe y me fui a mi casa para cambiarme e irme. En la casa me obligaron a bañarme otra vez – nadie creyó que ya me había bañado gracias al tufo de ochenta octanos que cargaba-. Me bañe, me vestí y me tome una foto con un canario mansamente parado en mi mano derecha. Salimos al teatro Astor Plaza. En la entrada del teatro estaba Fula con media botella de aguardiente encaletada en el bolsillo interior de la chaqueta. Apuramos, sin ningún reato de conciencia, tres tragos frente a todo el mundo. Luego Gustavo Navarrete dijo: vamos a tomarnos una cerveza mientras estos hijueputas abren la puta puerta. A las dos cuadras nos sentamos a tomar hasta que alguien dijo: ya abrieron, vámonos. Después que nos asignaron los puestos le dijimos a Ortiz que nos hiciera el favor de cambiarse de puesto para que quedáramos Patiño Diego y yo contiguos. Reímos como nunca en esa ceremonia. Cuando nos dieron los diplomas recuerdo que Martha Mantilla me dijo: espero que no siga como va. Me importó un pepino lo que me dijo y seguí saludando a los demás profesores; cuando terminé de saludarlos di media vuelta y levante la mano con los dedos índices y medio abiertos señalando la victoria obtenida. Después las fotos, los saludos y las presentaciones interfamiliares; luego el almuerzo y la ida a la casa a dormir por la tarde. Por la noche salí a tomar con unos primos hasta el amanecer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

acuerdes tambien de todo lo que paso en la fiesta que hicimos en la case de Maria cristina mora martinez,claro que no me acuerdo si sumerced estaba en esa farra, bueno de echo eso tambien fue fue fenomenal
diego Patino

Diego Niño dijo...

Patiño, lamentablemente no estuve en esa rumba; lo que recuerdo -por los múltiples comentarios-, es que sumerce se rumbio con Yenny Bastidas y que Nabyl se durmió en la calle, recostado en un poste como un año viejo...