martes, marzo 18, 2008

Mujeres y evocaciones

Las mujeres son capaces de enderezar un riel arqueado con su terquedad mineral al tiempo que pueden salir con los ojos lluviosos de una película de Meg Ryan. Así son las mujeres: persistencia de acero y sensibilidad de algodón. Sus palabras, en las tempestuosas noches del infortunio, calientan al tembloroso corazón o, en las esquinas de la desobediencia, golpean nuestros oídos como relámpagos asesinos. Las mujeres levantan hombres caídos o entierran soles altivos en el miasma del dolor. Encienden hogueras de pasión o invitan a los más dulces sentimientos.

Yo no he sido, por supuesto, ajeno a ellas. Las mujeres, en mi caso, son fértil semilla para las praderas de la escritura, así como han sido abierto campo de reflexiones. Sus reprimendas han rectificado los extraviados pasos y sus caricias han apaciguado mis días de melancolía. Pero ¿Quiénes son ellas? ¿Dónde y cómo las conocí? Las próximas entradas narran cómo las trajo el arroyo del tiempo a mi vera y cómo fue el primer beso, la primera vez que la vi o cómo conquistaron mi corazón.

Doy, pues, paso a las historias para que ellas les transmitan las emociones que originaron sus almidonados ojos o sus tersas palabras.

No hay comentarios.: